Un beso y adiós
A partir de ese día, Woody se olvidó de muchas cosas: se olvidó de lo que le había dicho su madre; se olvidó de regar las rosas de su padre; se olvidó de cómo había llegado hasta él Pudin, el perro que le acompañaba; se olvidó de que aún era un niño porque creía que ya era mayor... Woody y Pudin tomaron el tren para ir al campo a ver al abuelo. Mientras el tren recorría el camino traqueteando, Woody fue recordando lentamente cosas que ya creía olvidadas. Fue como si, después de atravesar un larguísimo y negro túnel, volviera a ver la luz; como si los bellos recuerdos del pasado que habían permanecido ocultos le hubieran estado esperando entre el resplandor de la boca del túnel.